En proyectos eléctricos profesionales, pocas áreas requieren tanta precisión y conocimiento técnico como la canalización y los alimentadores. Estos sistemas no son solo conductos por donde pasa la energía; son la columna vertebral de cualquier instalación eléctrica funcional y segura.
Su correcta implementación reduce riesgos, facilita el mantenimiento, y asegura que la infraestructura soporte eficientemente la demanda de energía a largo plazo.
Hablar de canalización no es referirse a un solo sistema. Existen diversas configuraciones, cada una pensada para necesidades específicas según el tipo de edificación, accesibilidad, mantenimiento o estética:
• Canalización expuesta o visible: Se instala sobre muros o techos, y permite una intervención rápida para ampliaciones o mantenimiento. Ideal en entornos industriales o comerciales donde la funcionalidad prima sobre lo visual.
• Canalización empotrada u oculta: Integra los conductos en el interior de muros o losas. Se utiliza en oficinas o espacios residenciales, donde se requiere un acabado limpio.
• Canalización subterránea: Utilizada para grandes instalaciones eléctricas en exteriores. Aísla el cableado de factores como la humedad, el calor solar y posibles impactos físicos.
Este sistema permite una instalación más ordenada, reduce interferencias, y mejora la estética y seguridad de los espacios.
La elección del material del conducto eléctrico y sus componentes es un aspecto técnico esencial. No se trata solo de elegir entre plástico o metal: influyen el entorno, la carga eléctrica, la humedad y hasta la posibilidad de interferencias electromagnéticas.
Entre los más utilizados se encuentran:
• Conduits metálicos (EMT, IMC, RMC): Utilizados por su robustez, especialmente en fábricas y exteriores. Proveen excelente blindaje mecánico.
• Conduits plásticos (PVC): Son ligeros, fáciles de manejar y muy efectivos contra corrosión. Se instalan comúnmente en instalaciones subterráneas o con alta exposición a humedad.
• Canaletas modulares: Solución flexible en espacios de oficinas para distribución de energía y datos sin requerir obra civil.
El alimentador eléctrico no es simplemente un cable grueso que lleva electricidad. Es el vínculo entre la fuente principal de energía (ya sea un transformador o un tablero general) y los circuitos secundarios que alimentan luminarias, equipos o maquinaria.
Diseñar un alimentador implica realizar cálculos precisos que involucran:
• Evaluación de la carga total que debe transportar, sin sobredimensionar (ineficiencia) ni subdimensionar (riesgo de sobrecalentamiento).
• Cálculo de caída de tensión, especialmente en tramos largos, para que no haya pérdida de potencia significativa entre el origen y el destino.
• Selección de materiales conductores (como cobre o aluminio) que cumplan normativas de conducción térmica, resistencia y flexibilidad.
En México, toda instalación eléctrica debe cumplir con la NOM-001-SEDE, la norma oficial que regula desde la canalización hasta la protección de circuitos. Esta norma establece que:
• La canalización debe proteger adecuadamente a los conductores, impedir el ingreso de cuerpos extraños, y permitir accesos seguros para mantenimiento.
• El alimentador debe dimensionarse con base en la corriente máxima de operación, condiciones térmicas del lugar, agrupamiento de conductores y duración esperada.
• Deben incluirse dispositivos de protección como interruptores termomagnéticos o diferenciales, cuya selección depende del calibre del conductor y la carga alimentada.
Cumplir con la normativa no es una formalidad, sino un compromiso con la seguridad
de personas, infraestructura y equipos electrónicos sensibles.